COMISION DE COMUNICACIÓN DEL FRENTE DE MUJERES DEFENSORAS DE LA PACHAMAMA.- La mega minería es otra
cara del capitalismo-imperialismo que significa explotación, sometimiento,
empobrecimiento, destrucción social y ambiental para los pueblos del mundo.
Las transnacionales
mineras, de capital privado y/o estatal, controlan todo el proceso de
prospección, exploración, extracción, transporte y comercialización de los
minerales, así como el negocio de la especulación en las bolsas, bajo su lógica
de generación de ganancia a través de la invasión, la guerra, la rapiña y
devastación de los pueblos y la Madre Tierra.
La minería sustentable
es una falacia de las transnacionales imperialistas y los gobiernos serviles,
para enmascarar el nefasto control geopolítico, en especial de las
semicolonias.
La minería afecta a las
mujeres de forma directa y diferenciada, por su condición objetiva de sobre
explotación y discriminación en la que se encuentra en el actual sistema
capitalista-imperialista y patriarcal.
Una vez que los
territorios son concesionados para la minería comienza la violación de los
derechos de las comunidades, y de las mujeres más particularmente, ya que en la
situación de opresión y
exclusión en la que se encuentran son las que menos
pueden participar en la toma de decisiones, y sus realidades e intereses son
los menos tenidos en cuenta.
La minería despoja a las
mujeres de comunidades rurales de sus espacios de vida y medios de
subsistencia, a través de la expropiación y/o contaminación de los territorios
y ecosistemas, a pesar de que ellas producen la mitad de alimentos del mundo,
con lo que se afecta no sólo a las mujeres, sus familias y comunidades, sino a
la Soberanía Alimentaria de los pueblos.
Privadas de sus espacios
de vida y medios de subsistencia, las mujeres campesinas e indígenas son más
vulnerables y caen en una mayor dependencia de los hombres, ya que la minería
no demanda mano de obra femenina más que en trabajos de servicios, temporales y
mal remunerados. Esta mayor dependencia económica se traduce en mayor
sometimiento y control sobre las mujeres, por lo que es común el aumento de la
violencia intrafamiliar.
Las mineras
imperialistas se benefician directamente de esta situación, ya que así sobre
explotan el trabajo de las mujeres que en forma gratuita realizan las labores
para posibilitar la reproducción de la fuerza de trabajo para esta industria
extractiva, en especial cuando, por consecuencia de la contaminación, las
familias tienen que afrontar enfermedades de alguno de sus miembros. Es la
mujer la que cuida de estos enfermos de los que no se hacen cargo ni las
corporaciones, ni los gobiernos, ni los Estados.
Esta situación de
vulnerabilidad lleva también a las mujeres a ocuparse en trabajos de “servicios
colaterales” como la búsqueda de restos de mineral en la basura minera, lo que
muchas veces lo hacen junto con sus niños, a pesar de las afectaciones a la
salud que esto implica. Y también se pueden ver obligadas a vender sus cuerpos,
ya que el aumento de la prostitución y trata de blancas es una de las lacras
que acarrea la minería.
La contaminación social
y ambiental causada por la minería afecta la Salud de las mujeres, incluso
antes del inicio de la explotación de los yacimientos, desde el momento mismo
en que una corporación llega a los territorios provoca un conflicto permanente
en las comunidades, afectando emocionalmente a las mujeres que muchas veces
tienen que afrontar la división dentro de sus propias familias. Así mismo, la
contaminación de los ecosistemas afecta a las mujeres, especialmente en su
salud reproductiva, con lo que las priva de su derecho a procrear hijas e hijos
sanos.
Mientras las
transnacionales imperialistas ganan millones cada año, las mujeres tienen que
enfrentarse a las consecuencias de la masculinización de sus espacios de vida y
la profundización del patriarcado con el consecuente aumento de la violencia en
todos los ámbitos: familiar, comunitario, local y nacional, porque no sólo en
sus hogares están expuestas a violencia física, sicológica y sexual, sino que
tienen que batallar contra la violencia institucionalizada por parte de los
Estados y gobiernos al servicio de las transnacionales, que se suman a las
fuerzas de seguridad y ejércitos privados de las corporaciones.
La represión,
persecución, criminalización y judicialización de las mujeres, que son parte
con cada vez más fuerza de procesos de resistencia a los proyectos mineros, es
cada día mayor y con un marcado carácter de género, que va desde los insultos
de la fuerza pública (policías, militares) dirigidos a las mujeres con epítetos
como “putas”, hasta la violación sexual.
La minería es otra
pesada cadena que el sistema capitalista-imperialista y patriarcal impone a las
mujeres y es justo revelarse contra el sanguinario negocio de los minerales.
ACORDAMOS:
- Asumir la lucha contra
la minería, en especial contra la mega minería, como parte de la lucha por la
liberación de la mujer.
- Sostener un espacio
que nos posibilite ir profundizando la comprensión de este tema.
- Unir esfuerzos con
otras organizaciones populares para levantar una campaña en contra de la
imposición de los mega proyectos de minería en Ecuador.
- Rechazar la
criminalización y solidarizarnos con las mujeres, las comunidades y los pueblos
en resistencia a la minería en todo el mundo.
¡VIVA LA LUCHA DE LA
MUJERES EN RESISTENCIA A LA MINERÍA!
¡FUERA IMPERIALISTAS
MINEROS!
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