13 de diciembre de 2010

Voces de Mujeres: Pangui - Ecuador

Mujeres del Pangui
En el Pangui, ubicado en la Provincia de Morona Chinchipe Ecuador, desde la década de los 90 están operando varias empresas mineras canadienses, sus acciones a la fecha son de exploración y armado de campamentos, no se han explotado aún los yacimientos, y en esta etapa se evidencian de manera significativa los conflictos sociales, debido a que las comunidades se oponen al desarrollo de los proyectos mineros.

En el encuentro realizado en Noviembre del 2009, las mujeres cuentan su cotidianidad en relación al conflicto minero pero sobre todo hacen alusión a los hechos ocurridos el 2 y 3 de Diciembre del 2006. Compartimos con ustedes algunos de los testimonios de las compañeras del Pangui con relación a este tema, al leerlos nos encontraremos nosotras mismas, en las luchas cotidianas que enfrentamos como mujeres líderes y mujeres de base, encontraremos los miedos y las amenazas, pero también la fortaleza que nace desde nuestra condición de ser mujer y nuestra capacidad de recrear la vida:


“Una se levanta hace las cosas del marido a las 5 de la mañana, desayuno, arreglo de la casa, lavar, dar de comer a los animalitos, y encima de eso tenemos que ir a la marcha, los maridos nos critican, la gente nos critica dicen “vean a la o las metidas” pero estamos contentas porque hemos tenido algunos logros pero no queremos que la mina se desarrolle por los problemas que trae, nosotras aunque algunas ya estamos mayores todavía estamos duras para vivir y el aguita se toma todavía tranquilamente y liempiecita”.

“Yo cuando en la mañana digo que me voy a la asamblea mi marido pregunta a que hora vuelvo, que con quién me voy, que vuelva rápido, los hombres sufren de ese mal, pero no les queda más que dejarnos ir por que nosotras así les ayudamos a defender en la lucha”

“Yo tengo cuatro hijos más el marido que molesta, cuando salgo a las reuniones de madrugada para avanzar a estar tengo que levantarme a las cinco de la mañana una no puede encargar las cosas de la casa, una misma tiene que hacer todo aunque toque hacer otras cosas afuera de la casa, ir a reuniones, salir de comisión, a las marchas o a veces a servir de testigo a los compañeros y compañeras que estaban enjuiciados, o a los que a veces les quieren quitar la tierra la minera quién más va ayudar si entre nosotros no nos apoyamos? Quién nos va a dar todo el tiempo para los pasajes, para algún bocadito ahí solo tenemos que amarrarnos las tripas, para los abogados...”

“Yo soy madre soltera cuando salgo le encargo mis tres niños a mi mamá, ella sí me entiende con ella hemos luchado juntas mi mamá es viejita pero es ella la que más ha luchado, ella está en las marchas, cuando va a alguna marcha o concentración que nos llaman por las minas sale dando la bendición dice que va decidida a lo que sea, nos dice a los hijos “ustedes ya están grandes pueden comer con su propia mano ya no dependen de mi”. En el 2006 cuando fuimos desde el Pangui a Chuchumbletza en marcha a pedir que la minera (se refiere a Ecuacorriente) suspenda su trabajo tal como ordenó el gobierno ahí nos detuvieron, a las 12 del día nos cruzamos el río en medio de las bombas que nos disparaban los militares, cruzamos el río para irnos al campamento de la empresa tres mujeres, ya estando desde el otro lado del puente empezamos a ir al campamento de la minera y esperábamos que los demás compañeros crucen y también vengan con nosotros como habíamos quedado, estábamos caminando llegamos frente a la finca de don Carchiculla, ahí estaban militares, también se veía el helicóptero con militares, habían otros compañeros como Don Rodrigo Antún de Nangaritza a quién los militares le pisaron la cabeza, a nosotras los militares nos gritaron que subiéramos a un carro y nos pusimos rebeldes no queríamos subir al carro y entonces a rodillazos nos hicieron subir, yo me acordaba que en la manifestación antes de cruzar el río mi mamá me decía que yo me vuelva que se queda solo ella pero yo le dije que vuelvo si ella regresa conmigo. Cuando ya estuvimos en el carro nos llevaron al campamento de los militares de la Ecuacorriente, nos amarraron las manos con los cordones de los zapatos de don Rodrigo Antún a el le pusieron en otro cuarto junto al de nosotras, le tiraban gas en la cara y le preguntaban quien le pagaba para que vaya a los enfrentamientos, el lloraba, le golpeaban la cabeza y el seguía llorando, le ponían polvo con gas. Un militar preguntó y ahora qué les hacemos? y el otro militar dijo “viólenlas” y eso le impresiono a otro que dijo “no les hagan nada”

“Sería a las 3 de la mañana que vino un helicóptero en el nos llevaron a Zamora a nosotras nos soltaron y al compañero Rodrigo le apresaron, a la compañera Shuar de Bomboiza le llevaron al hospital porque decía que le dolía abajo “como los ovarios”, es que ella estaba embarazada de los golpes le apuraron el parto, nuestras piernas tenían bolas por los manguerasos que nos dieron, en Zamora un policía dijo que nos iban a mandar presas yo lloraba pensando en mis hijos”.

“Además de lo que hemos pasado en la lucha encima nos acabamos sicológicamente porque luego del sufrimiento nos acusan de que andamos cogiendo plata, que somos pagados que recibimos miles de dólares de las ONGs, eso duele porque exponemos hasta la vida y aunque no esperamos que nos agradezcan tampoco que nos acusen de esa manera. Yo ahora soy miembro de la Red Latinoamericana de Mujeres y a esos encuentros y a las reuniones yo no me voy de paseo sino a la lucha como otras compañeras de la red como Ana María que en México fue a la embajada de Canadá para protestar contra la empresa minera que está en el cerro en el que ella vive, ella ha difundido de la reunión en Quito, ella aboga para que no pase lo que ha pasado en Perú con la minería”.

“Les pido que sigamos unidas, adelante y difundiendo lo que pasa el daño que nos hace la minera, que no se acobarden y a los de Quito que nos ayuden para que no se destruya la Cordillera que tenemos “es la cordillera del mundo” Ayúdennos porque el impacto social y de la naturaleza que se nos viene va a destruir a la Cordillera pero a nosotros también”.

Estos testimonios nos muestran la enorme tenacidad de las mujeres, no solo en la lucha contra la explotación minera, sino en la lucha cotidiana con sus familias, con sus maridos, con sus hijos, con la comunidad. Nos muestra el grado de presión y agresión que se puede ejercer contra la mujer, desde los golpes, las amenazas de violación o la violencia indiscriminada contra ancianas y mujeres en proceso de gestación.

Las largas jornadas laborales de las mujeres, expresado en la descripción del trabajo doméstico, tener que madrugar para “cumplir” en el hogar y participar de la resistencia, evidencia la particularidad de la lucha de las mujeres, donde se asumen más riesgos, se lucha en casa y fuera de ella, se pone en riesgo la vida pero también la vida de los hijos. Evidencia que las mujeres tenemos una forma diferente de ver el mundo, pero además nos muestra como el mundo nos ve.

Nosotras una vez que participamos en la organización difícilmente nos separamos de ella. Hacemos de la lucha parte de nuestra vida, pero bastantes veces las mujeres no tenemos el suficiente apoyo, muchas veces estamos invisibilizadas y por eso es necesario organizarnos y apoyarnos, si nos unimos más y construimos nuestros pensamientos desde el sentir de mujeres sobre la minería y las consecuencias que nos trae a nosotras, como a nuestra familia de la casa y la familia de la comunidad, vamos a ayudarnos las unas a las otras en lucha, a darnos ideas a conectarnos con otros grupos, a apoyarnos de alguna manera. Tenemos que capacitarnos y al mismo tiempo protegernos porque juntas tenemos más fuerza y podemos resistir a las mineras.

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