13 de diciembre de 2010

En defensa de las comunidades y el medioambiente en Izabal (*)

Por Chris Hufstader
Eloyda Mejía

El Lago Izabal parece un gran disco de plata rodeado por montañas oscuras. Refleja el cielo y las nubes. Navegando sobre este lago y sus riachuelos, Eloyda Mejía se muestra sobremanera impactada por la belleza de esta región. Las aves vuelan entre las ramas de árboles verdes que se arquean hacia el agua y los monos se mueven despacio entre las copas de los árboles. 

Mejía mira alrededor y dice "Cuando hablan sobre la tremenda cantidad de minerales que se proponen sacar de aquí, cómo creen que no se afectará este lugar".

Es difícil reconciliar la belleza del lago con la violencia a lo largo de sus orillas. El trabajo de Mejía defendiendo el medioambiente y los medios de vida sostenibles, ha enojado a quienes prefieren depender de la industria minera para el desarrollo económico de la región.

Un grupo local pro-minero ha escrito una carta de amenazas al Ministro del Interior en la Ciudad de Guatemala, relatando lo inaceptable del trabajo de Mejía, instruyendo a los líderes comunitarios acerca de los riesgos de la gran minería. Pero ella sigue trabajando, acompañada de observadores internacionales para protegerla.
 
Un compromiso con el lago y con su gente


Mejía vino a la región 10 años atrás. Junto con sus tres hijos se asentó en el pueblo de El Estor a un lado del lago, promoviendo el ecoturismo e impulsando varias campañas para proteger el Lago Izabal de la extracción de petróleo y minerales que amenaza los demás recursos naturales de la región: la agricultura y la pesca.

En el 2002 Mejía y un grupo de ciudadanos locales, entre ellos maestros, pescadores, ambientalistas y médicos, confrontaron a la empresa multinacional Shell, que tenía una concesión para perforar hasta el fondo del lago, a pesar de que los estudios mostraban el peligro de dichas perforaciones para el lago y sus alrededores. Este grupo de oponentes fundó la Asociación de Amigos del Lago Izabal (ASALI) y tuvieron éxito para bloquear la licencia del proyecto. ASALI entonces volcó su atención a la mina de níquel, ubicada a las orillas del lago.

Ha habido industria minera en Izabal desde los años 50, pasando por altos y bajos, debido a las fluctuaciones en los precios de minerales en el mercado internacional a lo largo de los años. Ahora la industria minería está prosperando otra vez en todas partes y la empresa minera Canadiense Skye Resources, que compró una vieja planta minera en el 2004, está preparándose para trabajar en una concesión de 100 millas cuadradas que adquirió en el 2005.

Esta área es el hogar de 30 comunidades indígenas Q'eq'chi y ninguna fue consultada apropiadamente sobre esta concesión. Esto constituye una violación a los Acuerdos de Paz de Guatemala de 1996 y a leyes internacionales que protegen los derechos de los pueblos indígenas. La empresa se ha embarcado en pláticas con las comunidades para convencerlas de que accedan al plan.

Skye Resources está operando ahora con pérdidas mientras busca financiamientos para poder empezar su trabajo de extracción en el 2009. La empresa calcula que puede obtener hasta 673,000 toneladas de níquel de la mina. Como parte del esfuerzo de sacar la gente del área bajo concesión, en enero del 2007 la compañía y la policía desalojaron a comunidades Q'eq'chi, quemando sus humildes viviendas.
 
Derechos y Territorios

"Necesitamos una fuerte defensa del medio ambiente aquí," dice Mejía en su hogar en El Estor. Ella acaba de preparar una comida tradicional con pescado del Lago Izabal, y cena junto a los visitantes y dos miembros de Brigadas de Paz Internacional, quienes la acompañan para garantizar su seguridad.

ASALI está trabajando en 30 comunidades, impartiendo talleres sobre de los derechos los pueblos y comunidades indígenas y las formas en que las minas modernas operan, para que ellos mismos puedan tomar decisiones acerca de la minería. "Trabajamos para que cada líder comunitario atienda una de estas jornadas. Comparten sus ideas y problemas y trabajan juntos para resolverlos" dice Mejía. Con el apoyo de Oxfam América, ASALI también organiza intercambios con áreas mineras en Honduras y en las zonas altas del oeste de Guatemala, para que observen los efectos en otras comunidades. "Hacemos esto para que vean las consecuencias y hablen con otras personas afectadas," dice Mejía.

Con leyes sobre el derecho a la tierra y la propiedad sobre ella poco claras, los indígenas muchas veces no tienen los documentos oficiales y títulos que necesitan para defender su territorio, aunque hayan vivido ahí por generaciones. Mejía dice que esto tiene que ser abordado. "A través de nuestros contactos, hemos puesto el tema de la tierra en la agenda nacional; se ha discutido en el parlamento, para que las personas conozcan acerca del tema de la tierra en áreas bajo concesión minera."

La motivación que tiene Mejía viene de su compromiso con la gente; con todas esas personas que pescan y siembran maíz en las zonas cerca del lago. "Cuando Ud. viene y mira las necesidades de las comunidades pobres, puede ver que la gente no está pidiendo mucho en esta vida. Pero se ven también las injusticias y la forma como las cosas les son arrebatadas; es injusto que sean tan pobres y que tengan tan pocas oportunidades a pesar de la riqueza que hay aquí," dice ella. "Por eso nos enamoramos de este lugar. Te hace querer hacer algo para contribuir a que esto cambie… y a denunciar la injusticia."

Es este compromiso el que la pone en riesgo. Guardianes de las Brigadas de Paz están con ella y con otros colegas de ASALI quienes también han sido amenazados. Mejía dice que ASALI y sus miembros no son radicales. "Queremos que la gente entienda que hay una forma saludable y justa para desarrollar la zona, a través del uso propicio de las riquezas nacionales que tenemos aquí."

"Si algún día ya no existimos, esperamos haber sembrado algunas semillas de conciencia, solidaridad y respeto hacia el medioambiente. En este clima de amenazas por el trabajo que hacemos, nuestra vulnerabilidad hace que hagamos lo poco que podemos – con todo nuestro corazón." 

(*) Artículo extraído de www.oxfamamerica.org  03.09.2008

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