21 de diciembre de 2015

DECLARACIÓN DEL VII ENCUENTRO CONTINENTAL DE MUJERES INDÍGENAS DE LAS AMÉRICAS

Recomendaciones del Enlace Continental de Mujeres Indígenas de las Américas, ECMIA, al sistema de Naciones Unidas, la cooperación internacional, los Estados y el movimiento indígena.
En el marco de la celebración de los 20 años de existencia del Enlace Continental de las Mujeres Indígenas de las Américas nos reunimos alrededor de 300 mujeres, jóvenes y autoridades ancestrales indígenas de diversos pueblos, de 22 países de las Américas, con el objetivo de reafirmar nuestro compromiso en la lucha por la vida en plenitud de las mujeres y los pueblos indígenas, la protección, defensa y curación de la Madre Tierra.
Las ancestras nos han hablado a través del fuego durante estos días de trabajo y nos han dejado mensajes claros a través de las voces de las hermanas sabias, donde nos dicen a las presentes que requerimos las sanaciones individuales y colectivas, ya que se ha debilitado el equilibrio por la desconexión con nuestra Madre Tierra.
Teniendo como frente la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, hemos hecho un balance de las normas y estándares internacionales de los derechos de los pueblos indígenas, como la Declaración
de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, el Convenio 169 de la OIT, el documento final de la Conferencia Mundial de los Pueblos Indígenas, entre otros, además de los mecanismos de implementación tales como el CERD, la CEDAW, el Foro Permanente para Cuestiones Indígenas, el Mecanismo de Expertos sobre Pueblos Indígenas, la Relatoría Especial sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, Cairo+20 y Beijing+20.
Remarcamos que a 20 años de organización e incidencia de las mujeres indígenas, no existe un instrumento jurídico de protección y reconocimiento de los derechos específicos de las mujeres indígenas, que seguimos invisibilizadas en las estadísticas, en las políticas internacionales y nacionales, que hay retroceso en la implementación de programas para mujeres indígenas y desaceleración presupuestal para las acciones que sobreviven. A pesar de los avances, en los Estados persisten el colonialismo, la discriminación, el sexismo, el racismo, y la exclusión.
Reafirmamos la lucha por la autonomía y la libre determinación de nuestros pueblos.
Reafirmamos la vigencia de los Instrumentos Internacionales, especialmente la Declaración de Naciones Unidas Sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y el Convenio 169 de la OIT, y exigimos el cumplimiento de los mismos.
Denunciamos el genocidio cultural y el terrorismo de Estado que atenta contra las Cosmovisiones de los pueblos originarios del mundo, respaldados por una globalización occidental que promueve la homogenización.
Denunciamos la militarización y remilitarización de nuestros pueblos, exigiendo el retiro de nuestros territorios.
Defendemos las manifestaciones pacíficas en las calles, como opción para construir democracia, como espacios de denuncia de la vulneración de nuestros derechos y para la defensa de nuestras tierras y territorios. Por nuestro legado histórico no vamos a cerrar nuestras voces, nadie nos va a callar.
Exigimos el cese de la violencia de empresas extractivas en la explotación y contaminación de nuestros territorios, aires y aguas, que atentan contra la seguridad y soberanía alimentaria y a la vida del cosmos.
Enfatizamos la importancia de romper las brechas entre pueblos y naciones, para el fortalecimiento de una economía propia, autosostenible, equitativa y solidaria que promueva el respeto a la Madre Tierra, permitiendo que las mujeres indígenas tengamos los recursos que necesitamos para nuestra libre determinación y la búsqueda de nuestro propio desarrollo, que contribuya a superar las condiciones de marginalización, pobreza, racismo y discriminación.
Denunciamos el plagio y la usurpación de nuestra sabiduría y conocimientos ancestrales en materia de salud, semillas nativas, biodiversidad y de nuestras diferentes expresiones culturales, por parte de empresas privadas y de intereses particulares individuales.
Denunciamos la vulneración de nuestros derechos lingüísticos, en la limitación de la libertad para hablar nuestras lenguas en todos los espacios, tanto públicos como privados, y especialmente, a nivel educativo y académico. Con la desaparición de las lenguas indígenas, se va el conocimiento tradicional y el futuro de nuestros pueblos.
Urge pasar de la asistencia oficial al reconocimiento de los aportes de las mujeres y los pueblos indígenas, quienes hemos mantenido milenariamente un paradigma de desarrollo del bien común.
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