25 de febrero de 2014

PERSPECTIVA DE GÉNERO Y ECOLOGÍA: ACTIVISTAS LATINOAMERICANAS Y ESPECIALISTAS ANALIZAN EL PAPEL FEMENINO EN EL DESARROLLO SOSTENIBLE

DEIA (Bilbao).- Comunidades agrícolas que se oponen a los planes de las empresas mineras, organizaciones que sostienen que la falta de agua potable es más gravosa para las mujeres que para los hombres, iniciativas que aplican la perspectiva de género a los proyectos de desarrollo, experiencias de mujeres que impulsan asociaciones agrarias... Todos estos casos sirvieron ayer de ejemplo para ilustrar la importante aportación femenina al desarrollo sostenible en sociedades donde aún queda mucho por hacer, como ocurre en Centroamérica, y en otras, como Euskadi, donde el medio agrario debe dar más voz a las mujeres.

El estudio de diversos proyectos de cooperación al desarrollo desde la perspectiva de género y bajo el prisma de la defensa del medio ambiente ha dado como resultado el conocimiento de interesantes experiencias en México, El Salvador, Ecuador y Guatemala y su contraste con movimientos vascos de reconocimiento del papel de las mujeres en el desarrollo de la comunidad y el entorno. Durante dos días, las Jornadas sobre Estrategias Positivas de Desarrollo han permitido reflexionar sobre la aportación femenina a esos modelos de desarrollo sostenible que hacen posible un crecimiento más igualitario.
Organizadas por la Agencia Vasca de Cooperación al Desarrollo y el Ayuntamiento de Bilbao, las jornadas contaron con la participación de expertas internacionales y organizaciones referentes en la lucha de las mujeres en varios países de América Latina y de Euskadi.
APOYO VASCO Paul Ortega, director de la Agencia Vasca de Cooperación para el Desarrollo, señaló que además de ser "un lugar de encuentro", las jornadas "también sirven de celebración del tipo de políticas que se impulsan" desde Euskadi y "animan al sector social de la cooperación". Oihane Agirregoitia, concejala-delegada del Área de Igualdad del Ayuntamiento de Bilbao, recordó que estas jornadas se celebran desde 2005 y buscan "compartir experiencias" que "nos ayuden tanto a mejorar los procesos que tenemos aquí en marcha como a perfeccionar los proyectos de cooperación internacional". Además, con el fin de explicar las consecuencias que el actual modelo de desarrollo tiene sobre las mujeres, así como la aplicación de la perspectiva de género a las políticas de crecimiento, varias especialistas y mujeres que lideran movimientos latinoamericanos aportaron ejemplos de iniciativas que vinculan feminismo y ecología.
Brenda Rodríguez Herrera, de la Red de género y Medio ambiente de México, expuso el contenido de La Agenda Azul de las Mujeres, cuyo objetivo es identificar las necesidades y problemas en el acceso y el uso del agua por parte de las mujeres. Esta activista señaló la desigualdad que sufren las mujeres con acceso limitado al agua tanto para su desarrollo personal como el de su familia y comunidades e incidió en la necesidad de llevar a cabo un conjunto de actividades para "ubicar el tema de género y recursos hídricos en la agenda del desarrollo". Brenda Rodríguez comentó el proceso de diagnóstico y de reuniones en diversas regiones de México para "conseguir que las mujeres sean las protagonistas de la gestión del agua en términos de equidad".


Natalia Atz Sunuc, coordinadora de la organización guatemalteca Ceiba, explicó cómo la aportación mutua de estrategias y visiones entre los movimientos feministas, indígenas y campesinos está promoviendo un cambio social representado por un mayor respeto por la vida "en un sentido amplio, incluyendo la biodiversidad, la vida de las personas, de las plantas y de los animales". "En el movimiento indígena y campesino hay una debilidad y es que luchamos por los derechos colectivos pero apostamos poco por los derechos individuales. Sin embargo, el movimiento feminista le apostaba más a los derechos individuales de las personas y las mujeres. Entonces vimos que las dos agendas se complementaban y los movimientos se fortalecían unos a otros. A partir de eso hemos hecho toda una agenda de lucha", añadió Natalia Atz. Uno de los efectos de esa agenda es un proyecto político llamado del "buen vivir".

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