18 de abril de 2010

Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra - Boletín N° 02

Desde la mirada capitalista, la madre tierra es solamente un bien de uso y cambio, un recurso que se mercantiliza y explota, durante siglos esta forma de concebir a nuestra madre ha predominado en el mundo y a fuerza de espada y fusil se ha impuesto sobre nuestros pueblos.

En toda nuestra América, hemos escuchado centenares de veces como en nombre del desarrollo y el progreso, se han deforestado miles de hectáreas de bosques, se han contaminado incontables fuentes de agua, se han dejado hoyos y pobreza al escarbar las entrañas de la tierra en busca de oro y plata, se han dejado enormes manchas negras a lo largo de la amazonia, se han sacrificado una y otra vez a nuestros hermanos y hermanas, se ha condenado a la pobreza y la contaminación a nuestros pueblos.

Pero lo que nuestros padres y madres siempre han sabido, es que este sistema de explotación y saqueo no podía ser para siempre, no es para siempre. Este saber ha sido transmitido en cada gota de sangre derramada, en cada árbol talado, en cada pueblo explotado y de a poco esta memoria se ha ido articulando. Así nacen los movimientos de resistencia de la India (el movimiento Chipko), la resistencia de las mujeres de Sarayacu en Ecuador, el levantamiento de Tambo Grande en el Perú, la continúa resistencia a las papeleras en la frontera entre Argentina y Uruguay, la guerra del agua en Bolivia y otras cientos de movilizaciones y levantamiento indígenas, campesinos, populares y barriales que nacen cada día en todos los rincones de la madre tierra.
Ninguno de estos movimientos y movilizaciones, ha sido convocado por los Estados en los que vivimos, cada movimiento ha nacido de esa profunda memoria histórica que nos susurra al oído que la tierra es nuestra madre, que somos sus hijos e hijas, que nos recuerda que mutuamente nos debemos cuidado y respeto.

Entonces, mientras nuestros países se mantengan atados a esa lógica capitalista, mientras sigan privilegiando el modelo de desarrollo extractivista y de saqueo, estaremos permitiendo la continuidad y reproducción de un sistema que está siendo responsable del cambio climático y el calentamiento global. Y en ese sentido el llamado a la “Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra” no deja de ser un acto meramente protocolar y discursivo, en tanto los Gobiernos que se han sumando a este llamado no asuman la necesidad de un alto al modelo desarrollista y extractivista que vienen propiciando e impulsando.

El grito del Presidente Morales en Cochabamba - Bolivia decía: “capitalismo o Pachamama” – “Pachamama o muerte”, ese grito resonaba en una Bolivia, donde alrededor del 80% de los recursos que percibe por exportaciones viene de la actividad extractiva. Un país donde el plan de gobierno define la extracción de los recursos mineros como una actividad estratégica y de prioridad nacional.

Es importante que los gobiernos tomen en cuenta que los pueblos tienen dinámicas propias, lo que nos enseñó la Cumbre de la Madre Tierra en Cochabamba, es precisamente eso, que hace ya un buen tiempo ha despertado en nosotras y nosotros la necesidad de cambiar este modelo de explotación y muerte. La pregunta es, si nuestros gobiernos están dispuestos realmente a escuchar a su pueblo.

MADRE TIERRA, MUJER COMO NOSOTRAS

Por Karin Anchelía (Boletín 37, Lima abril2010, Red Verde Perù)
Las mujeres indígenas y la Madre Tierra establecen entre sí una comunión de vida durante toda su existencia. La cosmovisión de los pueblos indígenas, tanto andinos como amazónicos, refiere a través de sus principios, una relación de afinidad, reciprocidad y comunicación permanente, entre las mujeres y la Madre Tierra, que se expresa en sus rituales y tradiciones.

La sabiduría y conocimiento ancestral, es la esencia y filosofía de vida de los pueblos indígenas, que se transmite de generación en generación a través de las madres, que son las guardianas y transmisoras de la herencia cultural de los pueblos. De la misma manera, la Madre Tierra guarda en sus entrañas la historia de la humanidad, los avances y retrocesos que el ser humano ha logrado hasta este siglo.

Gioconda Baca Vargas, de la Federación Única de Campesinos de Grau, región Apurimac, perteneciente al pueblo Quechua, nos explica la relación de la Madre Tierra con las mujeres andinas: 

“La mujer da la vida, la Madre Tierra también da la vida, la mujer alimenta a la familia, la Pachamama también nos alimenta y, nos da los productos para alimentarnos. La mujer cura a los enfermos y nos da medicina, la Madre Tierra, nos cura y nos da medicina, la mujer castiga a sus hijos cuando se portan mal, igual la Pachamama ahora nos está castigando porque nos hemos portado mal con ella. Así hay infinidad de cosas que podemos contar sobre la relación de nosotras las mujeres con la Pachamama, porque somos semejantes y estamos unidas (mujer y Pachamama) para que nuestros pueblos sigan vivos”.

Para los pueblos indígenas, la Madre Tierra es la vida misma.

Rocilda Nunta Guimaraes, Directora del Programa Mujer Indígena de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP) y perteneciente al pueblo indígena Shipibo afirma: “Para nosotras, las mujeres shipibas (amazónicas), la Madre Tierra es muy sagrada, sólo en ella podemos sembrar todos los alimentos, sólo de ella podemos tener todo lo que necesitamos para vivir tranquilos. La Madre Tierra juega un papel muy importante dentro de las comunidades nativas, es por eso que las organizaciones indígenas venimos luchando para que nuestra Madre no sea explotada a la fuerza, porque se está enfermando con la contaminación.

”Este vínculo de convivencia y comunicación que existe entre la Madre Tierra y las mujeres indígenas, se manifiesta a través de “señales” que son signos y/o síntomas de la naturaleza, que expresan un mensaje de bienes o de peligro para las mujeres y pueblos indígenas. Las mujeres, son las más atentas a recibir estas señales, ya que por la función que cumplen dentro de la comunidad y en la familia, serán al fin de cuentas las más afectadas o beneficiadas.

“Antes, cuando yo era niña, me recuerdo muy bien, mi mamá me llevaba en las grandes playas del rio, donde ella sembraba su chiclayo (frijol silvestre) pero ahora vemos que las playas no sirven para sembrar. Solamente quedan respingas (desmonte), esas respingas que no sirven para el sembrío de los alimentos. Entonces, las mujeres indígenas ya no tenemos esa facilidad de tener un sembrío de alimentos cerca a la casa, la cocha (laguna), o la comunidad. Todo eso está siendo bruscamente cambiado por el calentamiento global, que ahora hace que nuestra tierra este muy pobre”. añade Nunta.

“Donde había agua, ya no hay agua, porque está haciendo mucho sol, y tu sabes que cuando hace sol se seca todo, porque los pozos naturales y artesanales que utilizábamos antes, ya ni siquiera tienen agua, por eso, ahora las mujeres, tenemos que caminar más, varias horas al día para conseguir agua. Antes solamente caminábamos cinco, seis metros y allí teníamos agua, ahora todo eso ha cambiando, porque ya el agua se está terminando. El sol viene muy fuerte y ya no hay lluvias, las aguas están contaminadas, huelen mal y saben mal, es agua caliente de puro sol”, aclara Nunta.

Las mujeres indígenas no están informadas de la crisis climática, del calentamiento global y de todos los problemas atmosféricos que está sufriendo nuestro planeta, No entienden de estándares ambientales internacionales, de límites máximos permisibles, ni de ningún otro término técnico que complique su vida, pero ellas sí saben que algo no anda bien, están preocupadas porque su madre, la “Madre Tierra”, está muy enferma.

“Antiguamente, las plantas, los árboles, eran muy lindos, pero en la actualidad tu puedes ver los árboles y las flores, opacos, quemaditos sus hojitas, no tienen color ni vida, eso para nosotras es una señal de que nuestra Madre está muy enferma, parece una tierra bien pobre y triste, cuando antes nunca había sido así”, dice Nunta.

“Los pueblos amazónicos, tenemos nuestra cosmovisión, nuestras creencias a la hora de sembrar, pedimos permiso a la Madre Tierra y a sus piripiris (planta ritual), para que le ayuden a producir buenos alimentos. Estas costumbres se están perdiendo, los jóvenes ya no creen en eso y olvidan de agradecer a nuestros espíritus del monte”, declara la directora del Programa Mujer Indígena de AIDESEP.

“Vienen gente de las empresas mineras a prometernos desarrollo, dinero para el pueblo, pero eso no sirve de nada si la Pachamama se está muriendo. Tenemos que revalorar nuestras cultura y pedir a los Apus (cerros tutelares) que nos ayuden y nos den fuerzas para defender nuestra Madre, sino después será muy tarde”, añade Baca.

La experiencia y la sabiduría de las mujeres indígenas andinas y amazónicas del Perú, nos motiva a tomar conciencia del grave daño que la industrialización está causando en las comunidades campesinas y pueblos indígenas, quienes sufren las consecuencias del desarrollo industrial, del cual ellos no son beneficiarios y no tienen el interés de serlo.

Frente a la crisis económica y climática que afronta el planeta, los pueblos indígenas se afianzan a sus conocimientos ancestrales, sus principios y en la defensa de su madre, la Madre Tierra, ya que ellos de manera muy sabia entienden que si su madre muere, morirá toda la humanidad.


REPUDIO A LOS CRÍMENES A DEFENSORES DE LA MADRE TIERRA

Nuevamente nos llegan noticias sobre asesinatos y criminalización. Este martes 27 de abril, ocurrió el criminal asesinato de la compañera Bety Cariño, directora del Colectivo CACTUS incansable luchadora por los derechos de las poblaciones afectadas por la minería, ella junto al activista finlandés Tyri Antero Jaakola fueron emboscados y muertos.

Sabemos que la compañera Bety, fue activa militante de la Red Mexicana de Afectador por la Minería REMA y que su vida se ha caracterizado por la transparencia y la constancia por la defensa de los Derechos Humanos y de la naturaleza. Desde la Red de Mujeres Defensoras de los Derechos Socio Ambientales repudiamos estos actos criminales al que recurren los grandes poderes económicos que actúan por majo agena, hacemos un llamado urgente al pueblo Mexicano para no dejar estos crímenes impunes y castigar a los culpables. Nos solidarizamos con las familias y compañeros /as de trabajo tanto de la compañera Bety Cariño, como del activista Tyri Antero Jaakola.

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